miércoles, 24 de junio de 2015

MITOS Y LEYENDAS



LA KANTUTA Y LA LAMPAYA
(LEYENDA)
En la comunidad de Urinsaya, ubicada a orillas del lago Titicaca vivía una hermosa doncella llamada Kantuta, ella diariamente salía a pastear sus ovejas a los cerros que estaban frente a su comunidad, donde sus ovejas se alimentaban buscando los pastos más frescos; como era tiempo de lluvias kantuta buscaba el riquísimo sancayo,, y algunas hierbas medicinales como el sasachi, pupusa, chiruyos, ccanacho y sallica; como en ese tiempo era abundante los riquísimos sankayos, ella siempre llevaba un poco a su casa, para compartir con sus dos hermanitos y sus padres.
La joven Kantuta pasó su niñez hasta su juventud pasteando su ganado muy alegre por los cerros, y casi jamás conoció la tristeza, ni el amor, a pesar de ser una mujer muy hermosa con cabellos Largos y ojos negros puros, pechos apretujados en su corpiño, y cadera delgada; pero siempre tuvo el cariño y amor de sus padres. Ella todas las tardes al encontrarse sola pasteando sus ovejas en los cerros, de rato en rato lanzaba suspiros seguido de pensamientos e ilusiones de cosas imposibles que no tardaban en humedecer sus ojos con unas cuantas lágrimas.
Una tarde un apuesto y aguerrido joven de nombre Lampaya,  procedente de la comunidad de Anansaya, observaba sentado desde un peñón a la joven Kantuta, ella al percatarse de la presencia del joven se asustó mucho por lo que presurosa comenzó a arrear sus ovejas con dirección a su casa. Esa tarde la joven regresó temprano a su casa. El joven Lampaya a pesar de haber visto a Kantuta por un poco tiempo quedó encantado con su belleza.
Al día siguiente en la tarde, Lampaya salió de su casa hacia los cerros donde Kantuta pasteaba sus ovejas con la intención de poder conquistarla, pero ella al principio tenía mucho temor por la presencia del joven, así estuvo por varias tardes, hasta que una tarde en la encantadora joven se despertó el amor sincero por otra persona. Es así que una tarde Kantuta que sólo veía a Lampaya en esos cerros, lo llamó para invitarle un riquísimo sankayo que había recolectado esa tarde. A partir de ese momento Kantuta y Lampaya iniciaron una amistad, donde los encuentros y conversaciones se repetían casi todas las tardes, así pasaron varios meses hasta que ambos jóvenes se enamoraron. Siendo así que Kantuta inició una etapa de su vida que tanto esperó, pero esta relación los jóvenes la iniciaron a escondidas de sus padres.
Además, los jóvenes no sabían que sus comunidades de donde provenían se encontraban enemistados desde hace muchos años atrás, y que desde esos tiempos las familias de ambas comunidades nunca aceptaron que sus hijos o familiares se relacionen con algún miembro de la comunidad vecina y viceversa. Pero los jóvenes alejados de sus familias continuaban con su relación.
Pasado un tiempo los encuentros entre los jóvenes eran más especiales, ambos se juntaban para darse las caricias y besos más apasionados. Por esta relación amorosa kantuta comenzó a llegar tarde a su casa, por lo que una tarde el padre de kantuta salió a averiguar  por qué su hija llegaba tarde a su casa; esa tarde a kantuta su padre le sorprendió bajando del cerro junto a lampaya, por eso a cantuta al llegar a su casa su padre la castigo prohibiéndola salir. Lo mismo le ocurrió a Lampaya cuando sus padres se enteraron  que tenía una relación con la joven kantuta, que era de la comunidad vecina.
Cuando el padre de kantuta solicitó la presencia de Lampaya para castigarlo por su atrevimiento, a kantuta no le gustó nada esa idea, oponiéndose severamente. Por esa oposición su padre hizo un pago a Apu Pelinco para que lo convierta a su hija en  una hermosa flor, que lleva su mismo nombre, y hoy existe en abundancia en los países de Perú y Bolivia.
Lampaya al enterarse de la suerte de su amada, desesperado quiso hacer justicia con sus propias  manos, pero el Apu Pelinco lo convirtió en un árbol llamado Queñua, que en aymara se llama Lampaya
Esta verdadera Historia de amor es una advertencia para que los jóvenes sean más cautos y prudentes, y no soñar precipitadamente con el amor y arriesgarse  tan inconscientemente como Kantuta por Lampaya hasta convertirse en flor y árbol respectivamente.
                                                                                                                             Por: Hector Mendoza Nina.
Fuente: Cuentos, Mitos y leyendas de laRegión Puno

No hay comentarios:

Publicar un comentario