martes, 22 de septiembre de 2015


EL TORO DE ORO COTU


Un campesino muy humilde llamado Aragón, del pueblo de Chucuito de Puno, salió un día en busca de  leña a un cerro llamado Atoja. Un cerro sagrado en donde abundaba la leña o bosta para cocinar.

            Ni bien llego Aragón al sitio adecuado, empuño su machete y se puso a cortar leña. Es eso cuando de repente vio un toro, grande, de color barroso. No se espantó el leñador, y más bien observó atento al animal, él que también lo miraba, Al cabo de un momento, y con gran asombro del lugareño, el toro le hablo y le dijo:
            -Mírame que soy tu fortuna.
            -¿Mi fortuna? ¿Cómo así?
            -Sí, pero antes debes prometerme que no contaras nunca a nadie que me has visto. Si lo haces, no me encontraras nunca.
            Perplejo y curioso, el campesino dijo:
            -Sí, lo prometo.
            Entonces el toro le dijo:
            -En cada luna llena me traerás azúcar blanca, y a cambio tomaras un parte de mi cuerpo y la llevarás contigo, y se convertirá en oro en cuando llegues a tu casa.

            El campesino asintió, y dejando la leña para otro día, tomo una parte del toro. Uno de los cuernos del animal. Y éste se fue por el monte y el hombre retorno a su vivienda. Comprobó entonces que, en efecto el trozo de cuerno se había convertido en oro. “Maravillado”, resolvió sin embargo no revelar aun el prodigio a su familia.

            El leñador regreso por cierto a cotu en la siguiente luna llena, y en las que vinieron más adelante. Y en cada ocasión tomaba otro pedazo del cuerno hasta terminar con esa parte del animal. Y vendiendo de oro comenzó a comprar muchas cosas, algunas muy lujosas. Y a divertirse a lo grande. Comenzó también a beber en exceso, y fue así como se olvidó de la promesa, y contó a su familia, y después a sus amigos, que tenía fortuna en el cerro oro cotu.
           
            A la luna llena siguiente acudió, como antes, a aquel sitio. Pero el toro lo recibió en silencio muy molesto, y al poco tiempo empezó a correr. En este instante el hombre sintió que le salía sangre por la nariz, pero a pesar de ello también se echó a correr tras el toro para ver donde se iba el animal. Alcanzando a ver lo lejos.  En el paraje llamado Shirapocu,que se encontraba en el socavón de una mina abandonada, para no reaparecer más.
           
            El leñador regreso a su morada perdiendo mucha sangre. Contó a sus familiares todo lo sucedido, y en especial, cuál era el origen exacto de la fortuna que había derrochado. Después murió.
           

            Desde entonces el ganado que llega a pastar en aquel lugar del cerro oro cotu. También muere. Y en las noches de luna llena aparecen por allí carneros muy blancos, de grandes cuernos y vellón muy largo, a tomar agua en el riachuelo que pasa cerca del paraje donde se mostraba el toro. Y en las noches de luna nueva arden candelas en la boca de la mina abandonada.

                                                                                                          Por: Herly Choquemamani Franco


LA MUJER Y LA PROCESION DE LOS MUERTOS

En una comunidad del pueblo de Muñani vivía una señora  muy chismosa, esta señora  junto a otras señoras, todas las tardes siempre se sentaban en una esquina de la plaza principal del pueblo a hablar acerca de la vida de otras personas, y así chismoseando la señora casi siempre se quedaba hablando hasta pasado la media noche.

           En una de esas noches, cuando la señora se quedó hablando hasta muy tarde, en el momento en que se dirigía hasta su casa, al pasar por una de las esquinas de la plaza de pronto aparecieron un grupo de personas, que bajaban por esa calle que entraba a la plaza, todas estas personas vestían de negro y en su mano llevaban cada uno una vela, la señora al ver el grupo de personas asustada se arrincono a un lado de la calle. El grupo de personas avanzaban por esa calle como si estuvieran en una procesión, y cuando se encontraban pasando cerca a la señora una de las personas se le acercó y le entrego una vela, la señora con mucho miedo recibió la vela, por lo que, después que pasaron estas personas se fue corriendo hacia su casa muy asustada, al llegar a su casa cerro todas las puertas y se fue a dormir.

            Al día siguiente muy temprano, la señora buscó la vela que había recibido la noche anterior para prenderla ante la imagen de un santo, pero grande fue la sorpresa de la señora cuando vio que lo que había recibido no era una vela si no el hueso de un muerto. La señora muy asustada se fue inmediatamente ante el cura del pueblo, este al enterarse de lo que había ocurrido la noche anterior le dijo
            -Es posible que se lo llevaron tu alma -. Y lo aconsejó:
            -Esta noche espera a estas personas a que pasen por el mismo lugar, pero esta vez espéralos  acompañado de tus dos pequeños hijos, y cuando estén pasando cerca de ti estas mismas persona los pellizcas a tus niños hasta hacerles gritar -.
          La señora esa noche hizo lo que el cura le había aconsejado. Esperó junto a sus hijos en esa misma esquina hasta que pasen las mismas personas, cuando el grupo de personas aparecieron por la calle, la señora esperó a que estén pasando cerca a su lado, en ese instante los pellizcó bien fuerte a sus hijos, que lo hizo gritar tan fuerte que se escuchó en toda la plaza, y del grupo de personas salió la misma persona que la noche anterior le había entregado la vela, y le dijo a la señora:
       
              -si no hubieran gritado esos niños, tú ya hubieras tenido que irte junto a nosotros.
         
          Desde esa noche, la señora dejo de estar hablando hasta altas horas de la noche con otras señoras, más bien se dedicó a los quehaceres de su casa.
         
                                                                                                                      Narrado por: Damián Villalta